Maja mía (segunda entrega)

 

Torpedos de Hitler en el Caribe

Mar Caribe, espacio martítimo venezolano. 16 de febrero de 1942.

Cuatro submarinos alemanes penetraron sigilosos en aguas jurisdiccionales de Venezuela.

El país proveía el 64% del petróleo consumido por los aliados en la guerra en Europa y África, pero carecía de radares y de un sistema de defensa proporcional a su importancia estratégica.

Aviones de la Marina de EEUU estacionados en la isla de Aruba, vecina colonia holandesa,sobrevolaron las aguas sin detectar nada extraño.

Para el momento, Francia había caído ante el Tercer Reich.

Martinica, Guadalupe y San Martin, sus colonias caribeñas de ultramar, al igual que Guyana Francesa, quedaron a disposición de Hitler.

El submarino distinguido con las siglas U-502 se ubicó cerca de las costas del estado Falcón, al occidente de Venezuela, por donde pasaría un convoy de buques cargados de petróleo rumbo a Aruba y Curazao. 

El capitán Jurgen Von Rosenstiel desatendió la obligación ética de aviso previo a la embarcación civil, no habiendo naves de guerra enemigas por la zona.

—Dos puntos a estribor. Sostengan el curso, dijo a sus hombres antes de preguntar: ¿Torpedos listos?

Desde la sala de proa respondieron:

—¡Torpedos 1 y 2 listos, señor!

— Bien… Torpedo 1 … ¡fuera! 

El tanquero estalló. Las llamas lo cubrieron mientras se hundía. 

Murieron cinco tripulantes, unos ahogados, otros carbonizados, incluido el capitán inglés Walter Buschel. El resto corrió con mejor suerte. Iban a bordo 19 venezolanos, tres noruegos, tres ingleses, tres chinos y dos griegos.

El buque pertenecía a la estadounidense Mene Grande Oil Company.

Antes, un torpedo partió en dos al Pedernales, atracado en la refinería de Aruba. Las instalaciones, propiedad de Nelson Rockefeller a través de la Standad Oil, también fueron bombardeadas, lo mismo que los buques San Nicolás, San Rafael,Oranjestad y Arkansas. 

El Tía Juana, de bandera británica y tripulación venezolana, antecedió al Monagas en su explosión y hundimiento. 

Además del U-502, otro submarino, el U-67,asomó el periscopio frente a Curazao. Un tercero, el U-156, al mando del capitán Werner Hartenstein, sufrió un accidente mortal al disparar un torpedo. Le costó la vida al tripulante Heinrich Büssinger. Y un pie al teniente Dietrich von dem Borne.

El cuarto submarino, el U-161, capitaneado por Albrecht Achilles, navegó entre la Península de Paria y Trinidad, al extremo oriental de Venezuela.

En otra operación mucho más al norte fue hundido el Buarque, un buque brasileño que había recogido a ocho venezolanos en el puerto de La Guaira.

Saldo: medio centenar de muertos de diversas nacionalidades.

Hitler había trasladado la guerra europea al Mar Caribe. Con la Operación Neuland (Nueva tierra) o Westindien (Indias occidentales) quiso cortar el flujo del petróleo que EEUU e Inglaterra extraían de Venezuela.

El crudo pasaba por Aruba, Curazao y Trinidad, donde era refinado y enviado a EEUU, Canadá e Inglaterra en forma de gasolina y otros derivados.

Venezuela rompió relaciones con Alemania, Japón e Italia en 1941. El presidente Isaías Medina Angarita evitó declarar la guerra a las potencias del Eje hasta ya cerca del final del conflicto, en 1945.

 

Quinta Columna y “listas negras”

Caracas, Palacio Federal Legislativo. 13 de Julio de 1942.

La sesión inició con el quorum reglamentario.

“Tiene la palabra el diputado Andrés Eloy Blanco —dijo el presidente de la cámara en tono solemne—. Puede hacer uso del podio de oradores”.

Tras los saludos de rigor, el poeta-legislador leyó el “Informe sobre actividades de la Quinta Columna en Venezuela”.

Habló Andrés Eloy Blanco en nombre de la “Minoría Unificada”, una bancada integrada por su partido, Acción Democrática, e independientes.

El texto detalló nombres y actividades del Partido Nazi, del fascismo italiano y de la Falange española en suelo venezolano. 

Para esos días, EEUU había hecho llegar a sus aliados en América Latina una Lista Proclamada, comúnmente llamada “lista negra”. Contenía la identidad de personas y empresas alemanas vinculadas, según EEUU, a los planes de Hitler para el continente.

Washington pidió a los gobiernos latinoamericanos medidas implacables contra esas firmas y ciudadanos alemanes, incluidas expropiación y deportación hacia EEUU, donde serían recluidos en campos de concentración.

La lista fue planteada como un asunto de seguridad. Pero tenía también trasfondo económico.

La Doctrina Monroe —“América para los (norte) americanos” — fue aplicada con el barniz dela política del “Buen Vecino”, enarbolada por el presidente Franklin Delano Roosevelt ante los gobiernos del hemisferio. 

Lo explica así Luis Fernando Medina Londoño en su texto Expolios, deportaciones e internamientos: el destino de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial:

“Esta injerencia (…) en realidad tuvo como propósito, durante el desarrollo de la guerra, exagerar sus peligros para combatir, en un aparente marco de legalidad, y en derecho, a competidores que entorpecían la expansión del capital norteamericano” .

En contraste, las acciones emprendidas por EEUU en relación con inversiones alemanas dentro de sus fronteras fueron cuidadosas para que su Producto Interno Bruto se viese afectado lo menos posible. Bussines are bussines.

“La intervención contra bienes y negocios alemanes en la región contrasta con el poco intervencionismo sobre el capital alemán en EEUU. El gobierno estadounidense no implantó un programa de liquidación o transferencia de empresas y propiedades pertenecientes a los 300 mil ciudadanos alemanes residentes en la Unión”, apuntó Medina Londoño. 

Gobiernos de América Latina se mostraron renuentes ante las exigencias del Buen Vecino “por sus implicaciones sobre los negocios de sus nacionales y por la misma razón que EEUU tenía para no intervenir los negocios alemanes en su propio territorio, es decir, eran importantes para las economías de todo el continente”.

Como resultado se debilitó el capitalismo alemán y al mismo tiempo aumentó la dependencia de los países latinoamericanos frente a EEUU.

Lorena Cardona González, en su tesis doctoral Una comunidad honorablemente sospechosa: los alemanes, Colombia y la segunda guerra mundial, escribió sobre el programa de deportaciones hacia EEUU:

“Fue crucial no sólo para detener a las ‘puntas de lanza del nazismo’ latinoamericano, sinotambién para debilitar la presencia económica alemana en el continente”.

Resaltó que dentro de EEUU “las políticas de guerra económica no fueron tan severas y restrictivas” frente a las colectividades alemanas “en razón a que las mismas eran fundamentales para su economía y desarrollo industrial”.

“En Latinoamérica estos mismos alemanes no representaban para EEUU su crecimiento, sino más bien, sus más grandes rivales. Por ello, las presiones estadounidenses con relación a la expulsión de alemanes ‘clave’ excedió los propósitos iniciales, de seguridad y estabilidad política, y pasó a convertirse en un programa que perseguía a alemanes ricos o con un peso específico en las economías regionales”, apuntó Cardona González.

A partir del ataque alemán a los buques venezolanos Monagas, Tia Juana y Pedernales, el presidente Medina tomó las medidas exigidas por EEUU con base en la lista enviada desde Washington.

Lo hizo con cautela, probablemente aconsejado por su amigo Karl von Luxburg, un alemán adinerado que lo asesoraba en asuntos internacionales.

El gobierno apresó e incautó bienes a residentes alemanes bajo sospecha de pertenecer o colaborar con el Partido Nazi.

Fueron clausurados el Club Alemán de Maracaibo y el Colegio Alemán de Caracas (Colegio Humboldt).

Venezuela autorizó el ingreso de tropas de EEUU para proteger instalaciones petroleras. Los yanquis se retirarán en 1944, cuando Hitler ya estaba a la defensiva. 

Fue promulgada la Ley sobre Actividades de Extranjeros, que autorizó la creación de campos de concentración para ciudadanos de naciones hostiles.

Medina expulsó a 42 alemanes hacia EEUU en 1942.

No volvió a deportar ningún otro.

La vecina Colombia les envió a 518 , luego 84 en 1944 y 14 en 1945. 

Le siguieron Perú, Guatemala, México, Costa Rica, Bolivia, Nicaragua, Panamá, Honduras, El Salvador, Haití y República Dominicana con cifras superiores a Venezuela.

Las deportaciones desde territorio venezolanosólo superaron las de Cuba, Guyana, Paraguay y Puerto Rico. 

Entre los deportados figuró el director del colegio Colegio Humboldt, recién llegado de Colombia en sustitución de uno desafecto al partido nazi. 

 

¿Cómo veía Hitler a Venezuela?

Otto Strasser, un excompañero de Hitler en el Partido Nazi, publicó un artículo en 1941 donde reveló los planes nazistas para América del Sur. 

Al repasar el mapa latinoamericano, Strasser resaltó que Venezuela “es el país más importante para Hitler debido a la posibilidad de controlar desde allí las fuerzas armadas, navales y aéreas de EEUU”.

Por ello, apuntó, fue en Venezuela donde Hitler enfocó “sus mayores esfuerzos políticos, utilizando las antiguas técnicas de propaganda y terrorismo”.

Leamos más de Strasser:

“Hitler me dijo que tiene un catálogo de tarjetas de presentación, en el cual se enumeran todos los hombres clave de cada país sudamericano que simpatizan con la causa nazi. 

Cada tarjeta le dice exactamente lo que el hombre está en capacidad de hacer; cuáles son sus conexiones; qué tan bien posicionado se encuentra en su entorno; qué se espera que haga cuando Hitler dé la orden.

Hitler me dijo que ‘con dinero y prestigio se puede comprar a todos los hombres clave que se necesitan en los puestos de mando en las fuerzas armadas, navales y aéreas de los países sudamericanos. Esta es la única manera de luchar contra EEUU… Hay que dominar los países de América del Sur y México’.

Sé a ciencia cierta que, desde 1926, la rama extranjera (Auslands) del partido nazi se ha organizado en el hemisferio occidental.

Sus miembros se están preparando para una eventual revolución, en la cual los países en los que operan pasarán a ser dominados por el Imperio Nazi.

Durante los primeros años del régimen de Hitler, los elementos del partido nazi no lograron influenciar fuertemente a la colonia alemana en Venezuela.

Esta colonia, que consta de aproximadamente 1000 personas, podría no parecer una amenaza para una población total de 3.500.000 si no fuera por su sólida posición económica. 

Fue esta misma posición la que hizo difícil la infiltración de los elementos revolucionarios y de clase media baja del partido nazi; hasta mediados de 1936, solo ochenta y seis personas pertenecían al Partido Nazi de Venezuela como miembros activos. 

Sin embargo, la agresiva propaganda del partido nazi, con su propia Casa Parda, su propio periódico, etc., causó tanta incomodidad que el gobierno de Venezuela tuvo que aprobar una ley que prohibía a todos los extranjeros participar en cualquier actividad política.

Pero los nazis, a pesar de esta ley, continuaron su trabajo y se volvieron cada vez más peligrosos.

Para cuando Venezuela aprobó dicha ley, Berlín se estaba preparando definitivamente para la gran guerra, en la cual figuraba el hemisferio occidental.

En consecuencia, las actividades nazis en Venezuela fueron completamente reorganizadas. 

Aquí, como en otros países, el régimen de Hitler disfrazó a sus agentes más peligrosos como funcionarios diplomáticos y consulares, haciéndolos así inmunes ante las policías nacionales.

El ministro alemán en Venezuela, Eric Poensgen, miembro de una renombrada familia industrial y experto en economía, es un disfraz. 

Detrás de él se esconden el secretario de la Legación, Ramelow, y el agregado comercial Hesse; los jefes de la Gestapo en Venezuela.

El hombre de confianza más importante de Hesse fue el notorio agente de la Gestapo, el Dr. Hans Wesemann, quien llegó a la ‘fama’ internacional por el secuestro del renombrado escritor Berthold Jacob, de Suiza. 

A través de un juicio en el que Wesemann fue acusado de secuestro, el mundo aprendió y entendió, por primera vez, en qué consistían las prácticas de la Gestapo alemana. En casos anteriores, estas prácticas habían sido exitosamente disfrazadas por el servicio oficial de prensa alemán”.

A pesar de que el Dr. Wesemann fue condenado por la corte suiza a varios años de trabajos forzados, reapareció apenas un año después como mano derecha del Agregado Comercial de la Embajada Alemana en Venezuela, el Sr. Hesse. 

Desde Venezuela, Wesemann reorganizó la Gestapo. Debido a su juicio y la mala publicidad que se le dio a su nombre, el gobierno nazi no se atrevió a darle oficialmente un cargo diplomático, aún cuando ejerció funciones de facto.

En consecuencia, herr Rahnert y herr Hartwig von Jess fueron nombrados oficialmente cónsules alemanes en Caracas y Maracaibo, respectivamente. Este estatus diplomático les dio inmunidad.

Para entonces, en lo que respecta a los nazis, la ley venezolana fue solo letra muerta que no significaban nada para ellos.

Hitler me dijo exactamente lo siguiente: 

‘Durante varios siglos, los alemanes hemos vivido en Venezuela, Costa Rica, Colombia y Guatemala. Estos alemanes, mi pueblo, serán mi avanzada militar para una Gran Alemania. Voy a organizarlos, hacerlos poderosos y les suministraré armas. Y, sobre todo, de- bemos tener gran fuerza en el área. Debemos hacer que estos países sudamericanos dependan de nosotros económica y políticamente. Y debemos lograrlo penetrando la política interna de dichos países’. 

Esto es lo que me dijo Hitler y es impresionante lo rápido que ha logrado su objetivo; con una velocidad y una precisión increíbles y sin enfrentar ningún obstáculo”.

Gracias a la inmunidad diplomática, el partido nazi en Venezuela pudo llevar a cabo su reorganización en forma camuflada. 

La organización Sport Verein de 1926 ahora se coordinó y reestructuró con la Embajada de Alemania. 

Se agregó un capítulo especial a la Legación Alemana bajo el nombre de Departamento de Cultura y Sociabilidad para incluir a los miembros oficiales del Partido. 

Por supuesto, un tribunal especial del partido también fue creado, cuyas funciones de director fueron ejercidas por herr Gathmann. 

Al mismo tiempo, los no partidarios fueron inducidos a unirse al recién fundado Frente Laboral Alemán, el cual no tenía, supuestamente, fines políticos.

Del mismo modo, los jóvenes debían unirse a la Juventud Hitleriana o, cuando eran mayores, a la Juventud del Deporte Verein, que forma parte del Departamento de Cultura de la Embajada Alemana.

La principal tarea del agregado comercial Hesse y su jefe/instructor de personal diplomático, el señor Wesemann, fue la fundación y promoción del Sport Verein, el disfraz cultural de las organizaciones SA  y SS. 

La organización [en Venezuela] fue dirigida por herr Heinisch, supuestamente un instructor de cultura física, que operaba en estrecha colaboración con el Frente Laboral y la Juventud Hitleriana”.

Además, Hitler tiene en Venezuela, como en todas partes, estas organizaciones hermanas: Kraft durch Freude, de la que Kuhn está a cargo; el Fondo de Invierno Alemán, bajo el liderazgo de Sittel; la Juventud Femenina Alemana (…); la Organización de Ayuda Alemana, con herr Hafermalz a cargo; y el Club Alemán, bajo el señor Heinz Blohm. A través de las dos últimas organizaciones, el partido nazi presiona y extorsiona a los comerciantes acomodados de la colonia alemana, con el objetivo de obtener dinero fresco.

El partido nazi inició, por medio de estas organizaciones, una campaña de propaganda monstruosa a principios de 1940. 

Los nazis dirigieron su influencia principalmente hacia los círculos políticos de Venezuela; la penetración de toda la vida pública del país. 

Sus armas principales en esta campaña fueron películas del Reich, envíos de propaganda organizados desde Portugal y España, un flujo de boletines informativos en español, así como publicaciones periódicas en alemán y en el idioma nativo. 

Particularmente efectivo fue el acoplamiento de anuncios de negocios en la prensa local, con mensajes políticos.

A partir de 1936, la creación de una marca especial (de exportación) aumentó enormemente la venta de productos alemanes en Venezuela y también garantizó un gran margen de ganancia para los exportadores venezolanos de café y cacao. 

La combinación efectiva de los métodos políticos y los económicos se advierte mejor al evaluar en contexto que el jefe local de la Casa Bayer (I. G. Farben) es el Sr. Margerie, quien también es el jefe del partido nazi en Venezuela”.

Además de todo esto, el Dr. Hans Wesemann se ha convertido en el jefe de la Gestapo en Nicaragua, al otro lado del Canal de Panamá. 

Sé muy bien que él está usando las mismas tácticas que el partido nazi ha estado usando en otros países de Centroamérica y Sudamérica, como Colombia, Guatemala y Argentina. 

Las principales armas de Hitler en Venezuela y el resto de América Latina son las amenazas de la Gestapo, las contribuciones financieras forzadas y el uso de la fuerza sobre los familiares que todavía vivían en Alemania. 

Él ha estado formando tropas de asalto alemanas en cada país sudamericano, suministrándoles armas y dinero; todo lo que necesiten. 

Hitler tiene a sus hombres del servicio secreto de inteligencia organizando e instruyendo a marineros en todos los puertos, con el fin de evitar que naveguen y/o estacionen en barcos aliados o estadounidenses. 

Lo que me dijo sobre la compra de hombres clave en todos los países importantes se ha confirmado por traidores como Quisling y Laval. 

Así es como él espera conquistar América del Sur, y tiene sus líneas aéreas que abarcan todos estos países. 

Los estadounidenses no parecen darse cuenta de que los aviones alemanes ahora despegan de Italia, van a Dakar y después a Sudamérica.

Sé que una vez que él [Hitler] controle la América del Sur, tiene la intención de ofrecerle a EEUU una tregua en la que le dejaría Canadá a los estadounidenses y él se quedaría con toda Europa” .

 

El partido nazi en Venezuela

En Caracas, el partido nazi funcionó en una quinta llamada “Castillito” de la urbanización El Paraíso. 

“Otras oficinas operaban en horario no escolar en el Colegio Alemán de Caracas”, relató Hellmunt Straka, un arqueólogo y espeleólogo austríaco radicado en Venezuela desde 1952.

Straka peleó con svástica y bandera alemana contra el Ejército Rojo en Smolensko, Kiev, Járkov y Stalingrado, actual Volgogrado, donde lo hirieron.

Fue condecorado por los jefes nazis como único sobreviviente de su división y se fue a Croacia, donde entrenó a las tropas ustachas del poglavnik Ante Pavelic.

Miguel Ángel Prieto, en su libro Arqueología submarina de Venezuela en la Segunda Guerra Mundial, reprodujo una conversación con Straka donde este aseguró que embarcaciones alemanas pulularon por aguas venezolanas desde los años 20 y sembraron espías en poblaciones costeras.

“Yo estimo sin exageración —dijo Straka— que varias decenas de miles de agentes se establecieron en Venezuela en esos años. Aunque parezca mentira, cuando llegué en el 52 reconocí a algunos que se quedaron trabajando en Choroní por sus gestos y expresiones, incluso el caminar y la  forma de expresarse y la forma de sostener el cigarrillo o de colocarse los anteojos”.

La magnitud (“decenas de miles”) luce ciertamente exagerada.

Pero el relato es consistente con el informe parlamentario sobre la Quinta Columna en Venezuela, que reportó la detención de un ciudadano extranjero que, provisto de un largavistas, tomaba notas en Choroní.

Choroní es un pueblo de pescadores del estado Aragua. De mayoría afrodescendiente.

“El extranjero resultó ser un alemán apellidado Veer, antiguo capitán de la Armada alemana de Guillermo II, empleado o ex-empleado de la Casa Frey y Compañía de Valencia”, indicó el informe.

En Choroní funcionaba la planta hidroéctrica de Uraca, que surtía de energía a Maracay, capital de Aragua, “la cual es una de las plazas militares más importantes de la República”.

Vicente Quintero, en El Tercer Reich en Venezuela, abundó en detalles sobre la actuación del Partido Nazi en suelo venezolano.

A modo de resumen, Quintero mencionó que Henrique Blohm, Adolf Gathmann, Walter Hadamovsky (de Quimica Bayer Westcott Caracas), Theodoro Valentiner, H. Braun y la Casa Boulton “son tan solo algunos de los nombres de la nomenclatura empresarial venezolana que se repiten continuamente en los informes de inteligencia sobre el nazismo en Caracas y sus células”.

También subrayó que Gustavo Zingg y el ya citado Hadamovsky “fueron algunos de los nombres que encabezaron la lista negra de EEUU en Venezuela, debido a sus presuntas vinculaciones con el nazismo”.

Otto Storz fue el primer gauleiter (jefe de zona) del Partido Nazi en Venezuela.

Arnold Margerie, empleado de Bayer en Colombia, fue trasladado como agregado de la legación alemana en Caracas y relevó a Otto Storz al frente del partido en 1933. Margerie fue apoderado de Bayer en Venezuela.

Hellmuth Hesse, el jefe de la Gestapo en el país, trabajaba para las compañías Breuer y Moeller de Maracaibo.

Era pariente del famoso novelista alemán Herman Hesse.

La Casa Parda, el Frente de Trabajo Alemán, la Juventud Hitleriana, la Juventud Femenina Alemanay la Organización de la Ayuda de Inviernoaparecieron en la Lista Proclamada como ramificaciones del partido nazi.

Miembros del partido en Venezuela recibieron en Alemania entrenamiento en labores de propaganda política, espionaje, organización militar y policial. 

Adolfo Gathmann, jefe del tribunal disciplinario nazi en Venezuela, se adiestró en Demehors, Alemania, en 1937.

Hans Larsen, representante de varias empresas alemanas, fundó la sección del Partido Nazi en Maracaibo, por instrucciones expresas de Hitler.

En 1936 Venezuela prohibió la participación política de los extranjeros.

El partido nazi ya no pudo continuar funcionando abiertamente.

Pasaron sus miembros a operar desde el Club Alemán y otras fachadas deportivas y culturales.

Al frente del Club Alemán de Maracaibo, fundado en 1872, estaba el señor Büssing, jefe de la casa Boulton.

Un alemán apellido Heidenreich, propietario de un café en Maracaibo, estaba emparentado, por vía de su esposa, con Hermann Goering, jerarca nazi y comandante de la  Aviación alemana. 

Heidenreich fue señalado de desarrollar vigilancia del movimiento portuario marabino.

El jefe de la Gestapo en Maracaibo, Hans Friedrich, fue también jefe de un departamento la Casa Zingg.

Ernst Hoernicke, otro integrante del partido nazi en Venezuela, participó junto con Hitler en el el putch de München, cuando el futuro Fuhrer intentó un golpe de Estado y cayó preso en 1923.

Fritz Raimgruber, residente en un colina de Paraguaná, estado Falcón, fue vinculado con el ataque de submarinos alemanes a tanquerosvenezolanos en febrero de 1942. Desde su casa habría monitoreado la estación de carga de la Mene Grande Oil Company. 

En el organigrama aparecieron Max Paschen y otros empleados —Hertz y Marwege— de la Casa Blohm en Ciudad Bolívar.

Asimismo, un telegrafista militar apellidado Schuster.

En los Andes los jefes nazis de mayor jerarquía fueron Gregor Gudel, de la Casa Blohm, y Theodor Schultze, jefe de la Casa Steinvorth.

El historiador Aldemaro Barrios, analizó documentos desclasificados del FBI de EEUU que reposan en el Archivo General de la Nación de Venezuela.

Aseguró Aldemaro Barrios que los nazis “planificaron un ejercicio de sabotaje llamado Operación Invierno”.

La operación “tenía como ejes las ciudades de Maracaibo, Puerto Cabello, Caracas y Ciudad Bolívar, donde se activaron cerca de 60 agentes nazis que operaban entre Venezuela y Colombia (Banco Alemán Bogotá) con el apoyo de empresarios alemanes radicados en ambos países”.

Formalmente, el Winterhilfswerk des Deutschen Volkes (Auxilio de invierno del pueblo alemán) era una campaña anual de recaudación de fondos destinados por los nazis a obras de caridad.

En la Lista Proclamada de EEUU fueron incluidos los nombres de los aportantes del Fondo de Invierno en Venezuela.

Aparecen allí Gustavo Zinng, Ernesto Blohm, Enrique Römer, Carlos Meier, Francisco Brandt, William Fastenau, María Kolster, Guillermo Dewitz, H. Berckmeyer, Otto Horn, A. Ruttmann, Hans Frey, Adolfo Rieder Samuel Kizer y Benjamín Konefka, entre muchos otros.

Los dos últimos mencionados tienen apellidos judíos.

Vicente Quintero expuso en su libro que la lista incluyó 60 nombres y establecimientos en 1941 ydespués subió a 300.

Hans Dieter Elschnig, citado por Vicente Quintero, sostuvo que los enemigos de Alemania “supieron jugar todas sus influencias en Venezuela para dañar la imagen y reputación de los comerciantes e industriales alemanes”.

La lista, contó Elschnig, fue reproducida como un panfleto y vendida por 25 céntimos entre los venezolanos, con la petición de boicot a los establecimientos.

Elschnig aseguró que la lista “fue hecha principalmente con el propósito de eliminar la competencia comercial alemana, minar sus negocios u obligar a sus dueños a ventas forzadas por einen Apfel und ein Ei (“una manzana y un huevo”), cosa que se logró con éxito en muchos casos”.

Vicente Quintero también recabó una lista de los apellidos de los extranjeros deportados por Venezuela como fichas o simpatizantes de los nazis:

Aretz, Bayer, Beyer, Bloemer, Cervantes, Crillon, De Valencia, Domke, Dorn, Fukuyama, Groschel, Hegedus, Hellmund, Helmholz, Henningsmeyer, Holweg, Hormann, Kikuye, Kraff, Kremer, Krogmann, Lang, Leuthold, Meyer, Mestern, Mucarcel, Palma, Palenzona, Paesano, Plaza, Pigna, Roversi, Reveron, Risch, Sandmann, Steinworth, Stornasuolo, Spiess, Schaeck, Schnell, Sheusher, Tellez, Ulivi, Von Scanzoni, Von Jess, Von Wachter, Voerg, Wiese, Woltz, Yawasaki, Yonekura, Zerisawa, Zimlichg, Zingg, Zitlosen y Zumfelde.

En la lista figuraron Maxim Lang y Helmunth Helmholtz, acusados de espionaje; el ex director del Colegio Alemán, Risch; el profesor Robert Leuthold, el capitán Richard Aretz, un maestro de la Colonia Tovar, y Rudolf Sheusher, un sacerdote “acusado de poseer comprometedores documentos y mapas de Venezuela”, apuntó Miguel Angel Prieto en su obra ya citada.

No existen mayores datos sobre esta lista de expulsados.

El periodista Óscar Yánez escribió sobre la conmoción causada en Venezuela al conocerse que figuraban niños en la lista. 

Yánez aseguró, citado por Miguel Ángel Nieto, que estos niños no llegaron a abordar el buque y que fueron bajados del tren en algún punto del trayecto entre Caracas y La Guaira.

En total, 4 mil 58 personas fueron deportadas desde América Latina hacia EEUU.

Max Paul Friedman, en su libro Nazis y buenos vecinos. La campaña de EE.UU contra los alemanes de América Latina durante la II Guerra Mundial escribió:

“Solo una quinta parte de los varones adultos deportados pertenecían al Partido nazi; o sea, cuatro de cada cinco no eran miembros del Partido. Si a esto se suman las mujeres y los niños que les acompañaban la cifra es todavía menor. Solo un quince por ciento del total estaban afiliados”.

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑